Dragón y Caballo

Es una relación difícil que el tiempo sólo puede condenar al fracaso. Y mejor así, porque estos dos signos ni se comprenden ni quieren intentarlo.

En un principio la atracción física es muy fuerte y por eso tienden a unirse. Pero a la larga se dan cuenta de que no tienen nada en común ni intelectual ni emocionalmente.

Si aun así se empeñan en seguir juntos, formarán una pareja animada, tanto para la diversión como para las peleas.

Mejor que ella sea el caballo y él sea el dragón porque si es a la inversa el caballo se cansará de atender los continuos requerimientos de su dragona.

Los dos son muy activos, poderosos, tienen los mismos objetivos ambiciosos y les encanta competir. Con estas cualidades, cuando se unen son imparables.

La cosa podría funcionar si se esforzaran en potenciar lo que tienen en común y crear una asociación que les beneficie en lo personal y en los negocios.

Sin embargo, les resulta casi imposible conseguirlo. Para empezar, ambos desconfían de la independencia del otro.

El caballo necesita salir a descubrir nuevos horizontes y el dragón se niega a quedarse en casa esperándolo. Esto hace que a la larga el diálogo entre ellos desaparezca.

Además, ambos desean el mando en la relación y ser el centro de atención en su vida social y dentro de la pareja, pero como no están dispuestos a ceder el sitio al otro viven en un enfrentamiento permanente.

Cuando estas diferencias empiecen a ser evidentes, ninguno de los dos querrá comprometerse con lo cual se convertirá en una relación superficial.

El caballo se enfadará pensando que el dragón siempre está maquinando algo; el dragón no consentirá que el caballo intente absorberlo y ninguno de los dos tendrá paciencia para las tareas cotidianas.

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